Son una pareja de Guadalajara. Ella es muy, pero que muy, puta. Es una sumisa, esclava de su marido y él la utiliza sexualmente como quiere y la cede a sus amigos para que se la follen como y por donde quieran. Disfruta viéndola llena de polla por todos sus agujeros, chillando como una perra y con su cara de zorra viciosa llena de leche de otros machos.
Conocí a su marido en un foro de cornudos y no tardamos en comenzar a planear a través de WhatsApp nuestro encuentro. Yo no quería que fuera un simple polvo, quería que ella disfrutase como la putita que es, así que quede con un conocido, con el que he montado algún trío. Mi amigo tiene una polla enorme y tiene tanto vicio y morbo como yo o mas.
Y allí que nos fuimos los dos a Guadalajara. Por el camino, planeamos como nos la follaríamos, las guarradas que le obligaríamos a hacer, como poseeríamos su cuerpo y como la bañaríamos con nuestra leche, todo ello, mientras el cornudo de su marido, miraría toda la escena.
Habíamos decidido hacernos pasar por unos vendedores, colarnos en su casa y forzarla.
Como ya me había contado el marido, sus normas la obligaban a estar muy ligera de ropa cuando el no estaba en casa. Cuando llegamos a su puerta y nos abrió, pudimos apreciar la delicia de aquella norma. Al otro lado de la puerta estaba ella, con una camiseta negra transparente, sin sujetador y un delantal de cocina encima. No pudimos evitar quedarnos fijos en sus pezones, marcados en la traslucida tela y que se fueron hinchando por momentos. Nos presentamos como comerciales de Telefónica y le ofreciéndole un pack de comunicaciones. Después de charlar un rato con ella en la puerta, notando cómo nuestros ojos no paraban de mirar sus tetas y con mirada de niña traviesa, nos dejó pasar.
Según iba delante de nosotros, moviendo aquel culo rotundo, aquellas nalgas atravesadas por la tela oscura de las braguitas brasileñas que dejaba entrever la tela de su camiseta, mi amigo, desde atrás, le puso la mano en la boca y le dijo al oído que era una puta cerda, que nos había invitado a follarla con esa ropa y que la íbamos a llenar de polla todos sus agujeros mientras le apretaba las tetas con la otra.
Ella puso cara de sorpresa y su cuerpo en tensión, no se lo esperaba, incluso pareció resistirse algo, pero yo creo que se puso a mil con la situación. Cuando me arrodillé delante de ella, mientras mi amigo con una mano le tapaba la boca, la mordía en el cuello y le sobaba las tetas con la otra, aprovechando para pellizcarle los pezones, y le bajé las bragas hasta los tobillos, tenía el coñito encharcado, totalmente mojado, expectante de caricias, de sexo, de leche de macho.
Separé sus labios mayores con mis dedos y hundí mi cara en su entrepierna, empapándome con sus jugos. Comencé a chuparle el clítoris como si de una pequeña polla se tratara. Devoraba su sexo recogiendo todos sus flujos, abundantes y salados. Ella temblaba de placer y me agarraba la cabeza, hundiéndola más entre sus piernas.
Cuando mi amigo soltó su boca, solo escaparon de sus labios gemidos de placer. Ahora a manos llenas, mi compañero se dedico a disfrutar de sus grandes senos, sopesándolos, estrujándolos, apretándolos, hasta que centrándose en sus pezones, los pellizcó con fuerza y consiguió que un grito de placer y dolor conjunto llenara el salón. Acelere el ritmo de mi cunnilingus y cuando se recomponía de aquel chillido, se descargo en un orgasmo contra mi cara, temblando espasmódica y sin control, mientras regaba mi cara con sus flujos.
Mi amigo se puso, entonces, delante de ella. La agarro del pelo, tiró de ella hacia abajo haciéndola hincarse de rodillas a sus pies, se sacó esa enorme polla que tiene y le dijo:
- “Venga guarra, ahora vas a chupar una polla de verdad”, metiéndosela entera en la boca.
Empujaba su polla cada vez más adentro, obligandola a tragar cada vez mas, diciéndole lo puta que era. Ella se esforzaba en tragar aquel ariete, pero parecía que iba a terminar vomitando, aunque la muy guarra se agarraba a los huevos para ayudarse a hundirla más, a llegar hasta su garganta.
Me coloqué detrás de ella. Tiré de sus caderas hacia mi, colocandola a cuatro patas. Me saqué el rabo, y gracias a que su coño era un charco, se la metí hasta las pelotas de un solo empujón, sin miramientos, sin cuidado alguno, queriendo partirla en dos, destrozarle el coñito, violentarla como a ella le gustaba. La fuerza de mi empellón hizo que se tragara aun más la polla de mi amigo.
¡Como estaba ya la muy puta!. Era una zorrita salvaje, una autentica viciosa que solo quería sexo guarro, fuerte, violento y duro. ¡Cómo empujaba su culo hacia mí para que se la clavara más fuerte!, ¡cómo mamaba la muy guarra!, ¡como chillaba con la polla de mi amigo en la boca!, ¡como clavaba las uñas en las nalgas de mi amigo para obligarlo a metérsela hasta la garganta!.
Mi amigo y yo le decíamos de todo: “come polla, cerda mamona”, “te voy a destrozar el coño de puta que tienes, guarra”, “eres una autentica zorra”, “si es que ya se te veía la cara de puta”, “así es como se trata a las zorras como tu”, mientras mi amigo tiraba de su melena y yo azotaba sus glúteos.
Ella estaba fuera de sí. Se corría una y otra vez, encadenando sus orgasmos. Empecé a meterle un dedo en el culo mientras la follaba, haciendo círculos, cada vez mas grandes, para dilatárselo. No tardó en recibir el segundo, ni el tercero. Apenas tuve que hacer muchos esfuerzos, la muy puta tenía el culo ya muy abierto.
- “Ahora te vamos a romper el culo, puta”, le dije.
Entonces mi amigo se la sacó de la boca y me dijo.
- “Déjame a mí. Le voy a destrozar el culo. Le voy a meter la polla hasta la garganta, otra vez, pero esta vez desde atrás”.
- “Eso es, con ese pedazo de polla se lo vas a destrozar de verdad”, fue toda mi contestación.
- “Llénale la boca de polla para que no pueda gritar”, me dijo mientras se colocaba entre sus piernas.
Y así lo hice. Le puse mi polla en la boca y haciendo una ligera presión se la introduje hasta la garganta, notando como su campanilla golpeaba mi glande. Mi amigo puso la punta de su enorme polla en el agujero de su culo y empezó a presionar. Ella abrió los ojos, desorbitados, cuando notó como se le abría el culo con aquel manubrio. Pero tenía la boca llena con mi pene y no pudo decir nada inteligible, solo una especie de gorgoteo que aunque sabíamos que era una queja, nunca se toma en cuenta de las zorritas como ella.
Cuando tenía un tercio de polla metida en su esfinter, ella empujo hacia atrás para clavársela entera de una sola vez. Sus ojos se pusieron en blanco cuando la tuvo clavada hasta los huevos y comenzó a mamármela desesperada, como si quisiera devorármela, tragándosela entera con furia, mientras mi amigo le follaba el culo salvajemente. Cómo disfrutaba la muy puta y nosotros parecíamos salvajes follándola.
Cuando sus fuerzas comenzaron a fallar, salimos de ella. Quedo desmadejada, en el suelo, apenas si podía moverse. Mi amigo se tumbó en el suelo y cogiéndola por la cintura la coloqué sobre él.
- “Abre bien la piernas, puta, que vamos a follarte los dos a la vez”.
Y así ella fue dejándose caer, clavándose a mi amigo en su coño, poco a poco, hasta hacer desaparecer dentro de ella toda esa polla. Remojaba sus labios con la lengua, en un gesto de vicio extremo. La tumbé completamente sobre el pecho de mi amigo y después de escupir en el agujero de su culo, apoye mi glande contra él. Gracias a la enculada previa, apenas me costó trabajo que le entrara hasta los huevos. Una vez los dos estábamos dentro de ella empezó a chillarnos:
- “Folladme el coño y el culo cabrones, partidme en dos con vuestras pollas”.
Así que empecé a moverme dentro de su culo mientras mi amigo mordía su cuello sin compasión. Ahora no tenía la boca llena de polla y empezó a gritar de gusto y a pedir más polla, a pedir que la folláramos fuerte, que era nuestra perra. No paraba de correrse, una y otra vez, seguro que ya había perdido la cuenta de cuantas veces se había corrido, la muy puta.
Tenia unas ganas enormes de regar su cara de puta de leche, pero preferí esperar y hacer otra cosa.
Sentir como mi amigo destrozaba su coño con aquella herramienta, mientras le gritaba todas aquellas barbaridades, sentir a la putita, corriéndose descosida, gritando como una puta cerda, me hizo enloquecer de deseo y comencé un meteysaca brutal. La sacaba completamente de su culo y se la volvía a hundir de un solo golpe.
Nuestros chillidos, los de mi amigo y míos, inundaban la estancia, a ella ya no le salía la voz de la garganta.
Mi amigo se volvió loco. Nos empujó a los dos hacia atrás, quedando yo tumbado, ella encima de mi, totalmente ensartada por su ano en mi polla y empezó a follársela salvajemente por su coño. Eso fue ya demasiado para ella. Yo creo que incluso se desmayó, por que aquella verga, sino hasta la garganta, si debía de estar llegándole hasta el estomago, perforándola el chochito violentamente, cada vez mas fuerte y mas deprisa. Mientras la agarraba del pelo con una mano, con la otra le azotaba los pechos. Ya no pude más y le llené el culo de leche, chillándole:
- “Toma leche putaaaaaaaa….!”.
Mi amigo tampoco aguantó más y poniéndose en tensión, le relleno el coño con la suya.
Mi amigo, con su polla aun dura, salió de su sexo y se coloco de rodillas, machacandosela, al lado de su cara. No hizo falta que me explicara mas. Me desembaracé de ella y la deje desmadejada sobre el suelo. Me arrodille al otro lado y comencé a masturbarme yo también.
- “Abre bien la boca zorra, que te vamos a dar una buena ración de leche caliente de hombre, para que te recuperes”, dijo mi amigo.
Primero mi amigo y a continuación yo, descargamos contra su cara una nueva corrida. Pintando su cara con nuestro esperma, con goterones de espeso semen que caían sobre sus mejillas, sus ojos y su boca, que completamente abierta y con la lengua fuera, tragaba con gula nuestra corrida.
Su marido, el muy cabrón, había estado todo el rato mirando la escena desde el quicio de la puerta. Vino hacia nosotros con su polla en la mano, se arrodilló junto a su mujer y termino de masturbarse con dos golpes y regando con su lechada las tetas a su mujer.
- “¿Qué, puta, te ha gustado la sorpresa que te he preparado con mis amigos?”, le preguntó entrecortadamente.
Ella se levantó, mirándonos con cara de zorra viciosa, y le dijo:
- “Que cabrón eres, no sabes cómo me he corrido, estoy llena de leche”, señalando el reguero de esperma que manaba de su coño, de su ano, el rastro de nuestra corrida en su cara y en la comisura de sus labios, para terminar restregando la leche de su marido por sus tetas, enrojecidas por los azotes de mi amigo.
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