Nuestra impaciencia, el calentón que nos invade, las ganas de sentirnos y la necesidad de acabar lo antes posible, nos hacen desnudarnos apresuradamente. Tengo unas ganas locas de que me penetre y no me ando con tonterías. Lo lanzo contra el sofá.
- “Sacatela Gordito, que me la voy a hundir hasta los huevos”, le espeto.
Me subo encima a cabalgarlo, con tantas ganas que no presto atención a lo que me dice. Solo me fijo en la excitación que sus ojos y su respiración me transmiten.
Me coloco encima de su miembro y me dejo caer sobre él, ensartandome en su duro ariete.
- “¡¡¡Diossssss!!!”, mascullo con placer, mientras el primer orgasmo licua mi sexo, inundandolo de jugos y haciendolo arder.
- “Que bueno”, le digo mirándolo fijamente a los ojos. Disfrutando del doble orgasmo, vaginal y clitoriano, que arrasa mi cuerpo, que enciende mi placer y me hace clavarle las uñas en el pecho.
Decido regalarle la mejor comida de polla que haya tenido nunca. Me descabalgo de él, separo sus piernas y me arrodillo delante suya. Cojo su miembro, inhiesto y empapado de mis jugos con mi mano derecha. Esta húmedo, cálido, palpita entre mis dedos. Comienzo a chupar sus huevos, acariciándolos con mi lengua, tragándomelos con ansia y succionandolos con ganas.
A continuación, continuo chupando su polla, desde la base hasta la punta, saboreando mi esencia, impregnada en su piel. Cuando mi lengua recorre su glande, su cuerpo tiembla y de su garganta se escapa un gemido, mientras su mano se enreda en mi pelo y empuja mi cabeza contra su pubis, clavandome su polla hasta la garganta. Sus caderas comienzan a marcar el ritmo de la felacion, anunciando que su corrida esta a punto de disparar su esperma en mi boca.
- “¡¡¡Noooo!!!, Guapo, aun no”, le chillo, mientras clavo mis dientes en la tensa piel de su glande, hinchado y morado.
Me levanto delante de él, le cojo por la mano y tiro de él en dirección al ventanal y a la mesa del salón. Cuando llego hasta la mesa, me subo en ella, me recuesto sobre ella, separo mis piernas, ofreciéndole mi coñito brillante por mi excitación, hinchado por el deseo y enrojecido por las ganas de volver a sentir su falo violentando mi vagina.
- “Clavamela”, le ordeno en voz alta, “clavamela hasta el fondo”.
Su cara se transforma, el rictus de locura que atraviesa su rostro me encanta y me pone aun mas cachonda.
Apoya la punta de su miembro en la entrada de mi coño. Se coge a mis muslos, apoyando mis rodillas en sus hombros y mirándome con autentica furia, directamente a los ojos, me clava toda su polla de un violento golpe de caderas hasta el fondo. Me vuelve loca que me folle así. Lo sabe. Y lo explota.
Siento su pene hundiendose en mi sexo, hasta que sus huevos golpean mis glúteos. Lo siento hundido hasta mi garganta, y de nuevo me descargo en un orgasmo salvaje y brutal que me hace chillar como una perra. Que cabrón, como sabe llevarme hasta el éxtasis de un solo pollazo.
Cuando me tiene recuperandome del éxtasis, y de nuevo empiezo a gemir ansiosa y deseosa de volver a irme con su polla se sale de mi, me coge por la mano y me lleva de nuevo hasta el sofá. Se sienta tranquilamente y cogiéndose su duro pene, masturbándose lentamente, me dice imperativo.
- “Clavatela Gordita, clavatela de espaldas, que quiero ver ese culazo botando sobre mi polla y quiero sentir como te corres como una cerda, Cabrona”.
De nuevo me coloco sobre su sexo, esta vez es él quien coloca la punta de su miembro en la entrada, lubricada, de mi coñito. Me ensarto con su polla, salvajemente, y me lanzo a un galope violento y furioso. Sus manos se aferran a mis caderas y los sonidos del chapoteo que su ariete produce al perforar mi cueva, inundan el salón, aumentando la intensidad de mis gemidos y de mi placer.
- “Dámela Gordito, dame tu leche, córrete conmigo”, chillo desaforadamente, mientras descargo la tensión de otro orgasmo en sus piernas, clavando mis uñas en sus muslos.
Cuando sus dedos se crispan sobre mis caderas, sé que esta a punto de correrse y acelero aun mas el ritmo de mi follada. Que placer me produce sentir como escupe su semen dentro de mi coñito. Que placer sentir como su corrida se desborda de mi sexo y resbala por mis muslos.
Cuando comienza a chillar y resoplar como un animal salvaje, sé que se esta corriendo y no tardare en sentir como descarga su esperma en mi interior, como erupciona su semen, ardiente, espeso y grumoso, contra las paredes interiores de mi coño. Momento en el que dejo escapar mi ultimo clímax.
- “Que bueno, que bueno, que bueno....”, chillando con él, botando al ritmo de sus bombeos de leche y disfrutando de como enreda su mano izquierda en mi pelo y tira con fuerza de él, para dejarme completamente ensartada en su sexo, mientras descarga con la derecha una nalgada.
Una nalgada salvaje, fuerte, sonora, que hace aumentar el placer del orgasmo que aun se derrama sobre su sexo, un clímax que aun se licua en mi interior, que me hace disfrutar como una loca de este momento de disfrute carnal que compartimos él y yo.
- “Que polvazo, Cabrona. Hija de tu madre”, es lo único que se escapa de sus labios.
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