Pensaba “mearse en la cama a mi edad no es nada normal, además hace tiempo que no juego con fuego”. Pero tras una inspección rápida me he dado cuenta de la naturaleza de la humedad que impregnaba mi cama, me había corrido, increíble pero cierto. Como me levanto justo para el trabajo no he reparado en mas, dejando la resolución del enigma para la tarde, después del trabajo.
Posibilidades hay muchas, pero pocas son probables. Las poluciones nocturnas son un tema que jamas me ha preocupado, nunca las había sufrido. Otra posibilidad, aterradora, es que un extraterrestre haya estado jugando sin mi permiso, aunque no tengo el sueño tan pesado o al menos eso creo yo. En estas estaba, cuando me ha venido a la memoria el sueño de anoche.
El mundo estaba en silencio, no el silencio de no haber ruido, sino ese pesado y agobiante de la falta de sonido alguno, ni siquiera el de mi propia respiración. De repente una visión se abre ante mi, una mujer sentada sobre un sofá, no puedo ver su cara, por mas que lo intento mi mirada no se levanta ni se baja, es como si la estuviera viendo a través de una cámara, como si mis ojos fueran el objetivo de una pequeña cámara ante la cual ella se desembaraza del jersey. Un fino jersey negro de manga larga que muy despacio va quitándose descubriendo para mi asombro que debajo no lleva nada. Se recuesta sobre el sofá, sus pezones ya están hinchados, tiene una aureola fina y de un color muy suave, su pecho de un tamaño ideal, ni grande ni pequeño, me imagino que entraría sin problemas dentro de mi mano. Como toda indumentaria lleva puestas unas braguitas blancas, que intuyo son un tanga en función del tamaño del triangulo delantero. Dobla su pierna derecha poniendo el pie debajo de su pierna izquierda. Su dedito empieza a jugar con su pezón izquierdo, haciendo pequeños círculos con el, su respiración se agita un poco. Se lleva el dedo a la boca y lo humedece con su saliva y se dedica a jugar entonces con el pezoncito derecho. Debe de hacer algo de frio, por que con el contacto de su saliva un pequeño temblor recorre su pecho.
Esta cambiando de un pezón al otro repartiendo sus caricias para que la excitación sea igual en ambos y el placer vaya aumentando en ella. Ahora es su mano entera la que coge el pecho como intentando taparse, no se si es que me ha visto, o ha notado mi presencia, o simplemente es que empieza a amasar sus pechos con delicadeza. Los aprieta, los mueve, en una de esas su pezón se cuela entre sus dedos y al cerrarlos sobre el hace que un temblor quiebre su postura.
Su otra mano pasea distraída por su vientre, describiendo círculos alrededor de su ombligo, baja hasta rozar la tela de las braguitas y vuelve a ascender, muy despacio, pasando entre los dos pechos. Sus piernas cerradas, ocultando su sexo empiezan a frotarse muy dulcemente. Cambia de mano y de pecho, pero esta vez es una caricia aun mas suave, solo con la yema de un dedo, siguiendo la curva de su pecho. De vez en cuando, roza ligeramente su pezón, coincidiendo con una gran elevación de todo su torso, como cogiendo aire en un suspiro.
Se reclina un poco más y empieza a juguetear con la tela de sus braguitas. Las coge y tira de ellas hacia arriba, para conseguir que el suave tacto de la tela le provoque la primera caricia en su sexo. Cada vez mas fuerte, cada vez mas arriba.
Cada vez le cuesta mas mantener la respiración, su torso sube y baja al ritmo de sus caricias. Por fin separa una de las piernas pone su pie encima de algo, no puedo verlo, pero si veo como su mano derecha empieza a descender desde la rodilla muy levemente por la cara interior del muslo, hasta casi la entrepierna. Sube de nuevo y vuelve a bajar, parece querer alargar lo más posible esta caricia, no queriendo tocar su sexo aun.
Por fin una vez baja del todo y veo como el dorso de su mano se pasea por el valle que dibuja la tela de sus braguitas. Parece que se ha decidido a continuar por este camino y con dos dedos, recorre su hendidura de arriba a abajo, aumentando la presión de su caricia y empezando a gemir.
Se deshace de su ropa interior y colocando los dos pies juntos en lo que me imagino que debe de ser una mesita, comienza a separar las piernas, al tiempo que sus dos manos bajan por el interior de las piernas en dirección a su sexo.
Es increíble, maravilloso, precioso. Una fina capa de pelo negro enmarca su pubis, sin más vello en todo su sexo, puedo apreciar sin problemas sus labios mayores ya oscurecidos, debido a la excitación de sus caricias. Se abre bien de piernas, separándolas tanto como le es posible. Acaricia sus labios mayores. Los repasa con los dedos, los pellizca suavemente y los estira, dejando a la vista sus labios menores que ya muestran el camino hacia su interior, hacia la cueva del placer que esconden. Describe pequeños círculos sobre su clítoris con un dedo, mientras otro se dedica a recorrer la entrada a su coñito, apenas penetrando en él. Saborea el dedo con el que ha jugado con su botoncito. Su mano derecha, mientras tanto, toma el relevo en la caricia y describe la ruta completa, subiendo desde su ano, apenas introduciendo una falange dentro de ella, para continuar ascendiendo hasta que la yema se apoya directamente sobre su clítoris donde con un pequeño circulo inicia el camino de descenso volviendo a introducirse en ella, pero esta vez es completa la penetración. Todo su dedo dentro de ella. Vuelve a salir, vuelve a estimular el clítoris y vuelve a refugiarse en su interior.
Son ya dos dedos los que entran en ella, mientras con la palma de su mano ejerce presión sobre la unión de sus labios menores, con un ligero movimiento de vaivén que apenas saca algo de sus dedos. De vez en cuando saca completamente estos y juega con su clítoris apenas un segundo para volver a penetrarse con ellos, de un solo movimiento dulce y delicado. Por los movimientos de su pelvis, rítmicos, esta buscando una caricia mas profunda, mas fuerte, mas intensa. Su otra mano aparece en ayuda de su masturbación, mientras con dos dedos de la mano derecha empieza a follarse rítmicamente, dos dedos de la mano izquierda tiran de la piel del pubis para dejar el camino libre hasta su clítoris, allí expuesto, henchido de sangre, a su dedo corazón.
Aumenta la intensidad de sus caricias, pero ya no solo mueve sus manos, sino que sus caderas también se mueven buscando las caricias. Son ya tres, los dedos de su mano derecha que entran en ella, mientras otros tres de su mano izquierda se aseguran de conseguir el roce deseado en su botoncito.
Su espalda se arquea, su pecho sube y baja desbocado, sin control. La habitación se llena con sus gemidos, con sus gritos mientras entre dientes llama a su amante. Sus piernas se mueven ayudando a sus caderas a conseguir una caricia mas intensa, se esta follando sus manos, esta desatada. Grita, chilla, gime, se contorsiona, se contrae, tiembla.
Por fin su cuerpo se contracciona y queda completamente rígida, sus piernas se cierran aprisionando sus manos entre ellas, prolongando la sensación de presión, alargando el placer, aumentando el contacto y no queriendo perderlo. Su cuerpo se relaja, se calma, su respiración se acompasa.
Mierda, ya se lo que me ha pasado esta noche.
Perdonadme pero tengo que ir a ducharme, otra vez.
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